CONTROL DE PLAGAS 3
La salud y el equilibrio de una planta no puede ser entendido como algo simple, sino como un proceso en continuo cambio y evolución
El fracaso de la agronomía moderna en la estabilización de los sistemas productivos es evidente. Llevamos bastante tiempo luchando con las viejas plagas y enfermedades, más las nuevas, sin que consigamos avanzar, incluso en muchas ocasiones el agricultor siente que estamos retrocediendo. Recordemos que las primeras disposiciones legislativas para la lucha contra el piojo rojo (Chrysonphalus dictyospermi, Morg.) datan de 1911 y las relativas al control de la cochinilla acanalada (Icerya Purchasi, Mask) de 1922.
Hoy en día, se aplican
casi 5 mil millones de litros de pesticidas en el mundo y a pesar de esto, aun
se pierde entre 10 a 20 % de la cosechas por el daños de las plagas y
enfermedades.
En la guerra contra las
plagas, los insecticidas químicos han sido usados como el principal método de
control porque parecían un método de acción rápida y que actuaba sobre las
poblaciones de insectos de una manera devastadora. Sin embargo, la mayoría de
los insecticidas no son selectivos y afectan junto a la plaga que se quiere
controlar a otros organismos, entre los cuales se encuentran los parasitoides y
depredadores de la plaga, así como los insectos polinizadores de los cultivos.
Aunque inicialmente el
control siempre parece bueno, cuando la plaga se recupera, suele alcanzar
niveles de poblaciones aun mayores de los que había antes de que se aplicara el
insecticida, puesto que al eliminarse los parásitos y depredadores naturales
que frenaban el desarrollo de la plaga, esta puede ahora reproducirse sin
ningún factor que limite el crecimiento de sus poblaciones.
Además, la aplicación de estos tóxicos, casi siempre suele eliminar los enemigos naturales de otros insectos presentes en los cultivos y que hasta entonces no se habían comportado como plaga pero que ahora con la ausencia de sus enemigos naturales se reproducen sin limitaciones a niveles muy altos provocando daños en los cultivos.
Quizás el error estuvo en
entender la salud de las plantas como algo que depende de la presencia de un
patógeno o de un insecto inoportuno y que en todo caso se puede corregir eliminando al intruso. Desde un punto de vista
agroecológico, mantener la salud de las plantas
es algo mas complicado, ya que son las funciones de las plantas que no se
pueden describir de una manera simple o
reduccionista, las que son responsables de sus interacciones con el entorno,
las que determinan su salud.
La salud y el equilibrio de una planta, de una parcela, de un agro-sistema, no puede ser entendido como algo simple, como un lugar o un estado al que ha accedido la planta, sino como un proceso abierto en continuo cambio y evolución. Más que un sitio al que llegar la salud de una planta es una manera de interactuar con el suelo y con el ambiente aéreo que la rodea. Por lo tanto, la visión global, la síntesis de los factores que interactúan con ella en su entorno, se hace más necesaria, que el análisis, para llegar a su comprensión.
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